19 febrero 2017

Lo ha hecho otra vez...

Mike Mills hace pocas películas pero las que hace están llenas de sabios consejos para fortalecer las relaciones que más duran y probablemente las más importantes, las que mantienes con los que llegaron antes y los que vienen después de tí.

Esta vez, en 20th century women, Mills cuenta un fábula de su adolescencia, en la que aglomera cuatro generaciones, que difícilmente han podido coincidir bajo un mismo tejado en un verano californiano de 1979. La síntesis, una de las características del lenguaje cinematográfico, permiten recoger en un suspiro de algo más de una hora la esencia de estas cuatro generaciones que aquí bosquejo.

Dorothea se encuentra a sus 50, en una encrucijada cuando siente que su hijo adolescente se le empieza a escapar de las manos. La suya fue una generación nacida tras la gran depresión, para quien el tabaco no mata, sino que hace sexy y la música se baila, no necesariamente se escucha.

En su antigua casa destartalada cohabitan, a parte de su hijo, una punki que se dedica al arte y a desahogar su frustración en un club a ritmo de black flag; y un mañoso ebanista ex-hippie que da la bienvenida a cualquier mujer que tome la iniciativa llevándole a la cama.

Su hijo, comienza, al final de la película a desarrollar su propia identidad, observadora y sintetizadora de la mélange generacional que le rodea y a la que dedica el director esta película.

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